Desde su reelección, Donald Trump ha intensificado su agenda anti‑LGBTQ+ con una serie de medidas que han generado una fuerte ola de angustia y preocupación. Sólo desde principios de 2025, organizaciones como Rainbow Railroad han recibido un aluvión de solicitudes—un aumento del 760 % respecto al año anterior—de personas que desean emigrar a Canadá por miedo a vivir en su propio país. “Quiero salir de EE.UU. porque tengo miedo de vivir aquí”, resume la desesperación de muchos.
¿Qué impulsa esta huida?
Trump ha visto sus acciones incluir órdenes ejecutivas que reconocen solo dos géneros y excluyen a personas transgénero de servir abiertamente en el ejército, además de restringir drásticamente el acceso a cuidados de afirmación de género para menores. Estas políticas se suman a más de 600 proyectos de ley estatales anti‑LGBTQ+ en curso, incluidos vetos a banderas de orgullo y ataques directos al reconocimiento de derechos trans.
¿Qué papel juega Canadá?
Canadá emerge, para muchos, como un refugio potencial. Dos casos recientes han despertado esperanzas:
- Un juez canadiense suspendió la deportación de una persona no binaria del Minnesota, argumentando que no se contemplaron adecuadamente las condiciones actuales para LGBTQ+ en EE.UU.
- La experiencia de Hannah Kreager, una mujer transgénero de Arizona, también ha movilizado expectativas: su solicitud de asilo, basada en temores legítimos por su seguridad, podría sentar precedente en la protección de ciudadanos LGBTQ+ estadounidenses.
Obstáculos en el camino
A pesar de las esperanzas, la ruta hacia Canadá no es fácil:
- En lo que va del 2025, las solicitudes de asilo de ciudadanos estadounidenses alcanzaron su nivel más alto desde 2019, pero aún representan una cifra pequeña relativa al total. Canadá mantiene que EE.UU. es un país “seguro”, lo que complica la aprobación de tales solicitudes.
- Además, existen alertas sobre los retos burocráticos, los tiempos de espera, e incluso problemas de discriminación o exclusión dentro de Canadá —recordemos que ningún sistema es completamente libre de fallas.
Para muchas personas LGBTQ+ en EE.UU., la segunda presidencia de Trump representa algo más que un giro político: es una amenaza tangible a su existencia y dignidad. Canadá aparece como un faro de esperanza, pero el camino es complejo. Aún así, casos como el de la persona no binaria de Minnesota o Hannah Kreager podrían generar jurisprudencia y abrir puertas que hasta ahora parecían cerradas.
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