Reducir el consumo de azúcar no significa vivir a lechuga y agua. Según una guía reciente de GQ, la clave está en hacerlo paso a paso: comienza por ponerle menos azúcar al café, al cereal o a tus panqueques. De a poco, tu paladar se va reajustando y ya no vas a necesitar tanta dulzura artificial para sentir satisfacción.
Otro tip poderoso: refuerza tus comidas con proteínas, fibra y grasas saludables. ¿Por qué? Porque estabilizan el azúcar en la sangre y evitan esos bajones donde terminamos atacando un chocolate sin pensarlo. Incluye avena, frutos secos, huevo, palta o yogur griego en tus comidas y verás cómo tu cuerpo se calma solo.
¿Y qué pasa con esos momentos donde quieres premiarte? En vez de ir directo al postre, cambia el chip: toma un cafecito, sal a caminar un rato o haz algo que te haga sentir bien sin azúcar. Y si igual necesitas un gustito dulce, mejor elige chocolate amargo, frutos rojos o algo hecho en casa con menos azúcar añadida.
La ciencia lo respalda: mantener el azúcar añadida bajo el 10 % de tus calorías diarias reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y hasta cambios de ánimo. No se trata de eliminar el azúcar por completo, sino de usarla con conciencia… y sin culpa.







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