Se acabó septiembre y con él, otra oportunidad perdida para saldar una de las promesas más importantes del gobierno de Gabriel Boric: la presentación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI). Anunciada como un compromiso de campaña, la ley aún no ve la luz, a pesar de que han pasado cuatro años desde que se asumió esa responsabilidad ante el país.
La Ley ESI no es un capricho ni un tema menor: es una herramienta urgente y necesaria para proteger a niños, niñas y adolescentes. La educación sexual integral no solo entrega contenidos científicos y adecuados para cada etapa del desarrollo, también es una forma concreta de prevenir abusos sexuales, fomentar el autocuidado, promover el respeto al cuerpo propio y ajeno, y formar desde la infancia en derechos y bienestar.
Uno de los grandes obstáculos ha sido la desinformación. Grupos conservadores han levantado el falso argumento de que esta ley “hipersexualiza” a niñas y niños. Nada más lejos de la realidad. En los países donde existe educación sexual integral, a los más pequeños se les enseña a nombrar sus partes del cuerpo, a decir “no” ante situaciones incómodas, a reconocer emociones y a tener hábitos básicos de higiene y cuidado personal, siempre con un enfoque claro, respetuoso y adaptado a su edad.
Desde Fundación Iguales han manifestado su preocupación ante el silencio del Ejecutivo. Su Directora Ejecutiva, María José Cumplido, fue clara:
“Estamos a puertas que termine el gobierno y vemos con mucha preocupación la omisión de esta política tan importante. Como Fundación Iguales exigimos definiciones claras y es por eso que llamamos a todas las candidaturas a comprometerse con ESI y a defenderla frente a tanta desinformación. Porque recuerden que garantizar una educación sexual integral es garantizar un Chile seguro para todas las personas.”














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