En un giro que ha generado alarma y rechazo en buena parte del activismo queer, un grupo de asociaciones de lesbianas, gays y bisexuales lanzó este 21 de septiembre LGB International, una red global que busca —según ellos— “defender los derechos LGB frente al movimiento trans”. La iniciativa, nacida en Europa y con presencia en 18 países, ha sido presentada como una respuesta a lo que llaman “la ideología de identidad de género”.
Pero lo que muchos leen como una supuesta defensa de derechos, suena más a una reedición peligrosa del separatismo queer. En su declaración, LGB International afirma que “las organizaciones que una vez representaron a los gays están ahora dedicadas por completo a la ideología de identidad de género”, acusando que la “agenda trans” ha opacado las luchas LGB. Esta narrativa, además de excluir, invisibiliza las luchas históricas que las personas trans han liderado, incluso cuando el movimiento LGB ni siquiera soñaba con tener derechos básicos.
La organización también se jacta de ser independiente de “estructuras LGBTQIA+ tradicionales”, como ILGA, acusando que estas han confundido “sexo y género”. Sin embargo, al alejarse de alianzas históricas que han sido vitales para avanzar en derechos, LGB International parece alinearse más con discursos conservadores disfrazados de diversidad. Un lenguaje que cada vez se parece más al utilizado por grupos antiderechos que buscan dividir para vencer.
En tiempos donde los ataques hacia la comunidad LGBTQ+ arrecian desde sectores autoritarios y religiosos, la existencia de espacios como LGB International no suma: resta, divide y debilita. No se trata de estar de acuerdo en todo, pero sí de entender que los derechos de las personas trans no son una amenaza, sino parte del mismo horizonte de dignidad que las personas lesbianas, gays y bisexuales también merecen.
El peligro tras LGB International
Organizaciones como LGB International no solo fracturan un movimiento que ha costado décadas construir, también abren peligrosamente la puerta a retrocesos que podrían terminar afectando a quienes hoy dicen defender. Separar, excluir y jerarquizar identidades dentro de la diversidad es un juego que solo favorece a quienes quieren borrar nuestros derechos desde la raíz. Cuando el enemigo golpea, lo primero que hace es dividir. Y dividirnos —entre “nosotros” y “otrxs”— es el primer paso para dejarnos sin nadie que nos defienda.
Esperamos que en Chile, no existan ONG’s de papel, o lo que sería peor, organizaciones reales que sean tontos útiles funcionales a estas ideas separatistas.











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