El nuevo álbum de Taylor Swift, “The Life of a Showgirl”, ha generado opiniones encontradas desde su estreno. Mientras algunos críticos lo celebran como un regreso al pop brillante que la hizo mundialmente famosa, otros lo ven como una entrega predecible, sin la profundidad de sus discos anteriores como “Folklore” o “Evermore”. La controversia ha puesto al fandom y a la crítica en lados opuestos del escenario.
El disco marca el reencuentro de Swift con los productores Max Martin y Shellback, pilares de sus éxitos en “1989” y “Red”. Este retorno al sonido más pop, con guitarras suaves y sintetizadores sutiles, ha sido leído por algunos como una jugada segura. Desde el Reino Unido, algunos medios lo calificaron como “decepcionante”, aludiendo a la falta de coraje artístico y momentos realmente memorables.
Sin embargo, otras voces importantes como Rolling Stone, NME y la BBC lo ven como un álbum sólido, bien producido y fiel al estilo de Swift. Destacan que, aunque no se arriesgue en lo musical, sí mantiene su sello narrativo y una visión coherente. Para estos medios, Swift demuestra que sigue siendo una compositora con dominio del formato pop.
A pesar del debate, las cifras de ventas son aplastantes: más de 2,7 millones de copias vendidas en su primer día solo en Estados Unidos. Esta respuesta del público muestra que, más allá de la crítica, Taylor sigue conectando con su audiencia. Y aunque el álbum no revolucione su carrera, confirma su lugar en el panteón de las estrellas pop del siglo.














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