La película belga Amal, dirigida por Jawad Rhalib, fue proclamada como mejor largometraje del XVII Festival Internacional de Cine LGBTIQ+ (Cine Movilh), que se celebró entre el 7 y 12 de octubre en Santiago. El reconocimiento es un logro que va más allá del arte: es visibilidad, memoria y fuerza para narrativas queer en pantalla.
En Amal, la trama pone al descubierto el choque entre fanatismo religioso y libertad personal. Amal es profesora de secundaria, que establece una amistad con Aicha, estudiante acusada de ser lesbiana. Esa relación desencadena una serie de agresiones físicas, verbales y virtuales tanto de alumnos como del personal educativo, impulsadas por mentalidades radicalizadas que buscan imponer silencio.
El festival también reconoció otras obras destacadas: el documental español Un Hombre Tranquilo y el cortometraje francés La Espera. Con 34 películas de ocho países en competencia, el certamen reafirmó su rol como plataforma de diálogo, resistencia y creación artística diversa.
Este triunfo de Amal envía un mensaje poderoso: el cine queer que cuestiona estructuras sociales —religión, identidad, educación— tiene espacio y puede conmover. Que una historia sobre lesbianidad, discriminación y fanatismo sea premiada en Chile es señal de que estamos dispuestas y dispuestos a mirar hacia esas realidades, sin dar vuelta la cara.
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